CUATRO AÑOS DE CRISIS

En ciertas ocasiones vivimos bajo fuertes amenazas y no nos damos cuenta.  Como con una enfermedad asintomática, que va debilitando nuestros órganos, y se manifiesta cuando ya la situación es grave.

El 18 de octubre de 2019, comienza una merma paulatina del sistema económico.  El descontento social se hace presente, acompañado de manifestaciones honestas. Pero después el lumpen y la anarquía pusieron en la cuerda floja el comercio y turismo a nivel nacional.

El 18 de marzo de 2020, entramos a un estado de excepción producto de la pandemia. Cierre de fronteras y cuarentenas anulando el comercio mundial.  Producto de la presión social y el populismo político se utilizó la técnica irresponsable de la automedicación.  Como cuando Ud. está resfriado y toma antibióticos rezagados sin prescripción médica y termina perjudicando su organismo.  Fueron los retiros de 10% de la AFP que como se predijo, tendría efectos inflacionarios nocivos en el mediano plazo.  Paradójicamente, los políticos que presionaban por este “antibiótico” sin mirar las consecuencias, terminaron siendo gobierno y sufren las consecuencias.  Como dijo Rubén Blades “La vida te da sorpresas, sorpresas te da la vida, ¡ay, Dios!”.

El 24 de febrero de 2022 comienza la guerra Rusia-Ucrania.  En este mismo espacio, en la columna “Cautela y prioridad en tiempos de crisis”, hablamos de los efectos venideros, como el alza de la inflación (más para Chile), producto del aumento del precio de los alimentos y el combustible.

El 7 de octubre de 2023, el grupo extremista Hamas ataca Israel en una operación sin precedentes y hoy medio oriente sufre las consecuencias de un eterno conflicto bélico. Los economistas informan que se avecina una crisis como la vivida en octubre de 1973 por el alza del petróleo. 

Economistas pesimistas pronostican alza en los combustibles, el dólar (que ya las tenemos) y por ende una alta inflación; se avecinan quiebras de constructoras, inmobiliarias y despidos el primer semestre del año 2024. Todo esto provocará que el Estado recaude menos impuesto, que puede implicar que no existirán nuevas ayudas sociales. Otros economistas dicen que no es para tanto y que el 2024 debería ser mejor que el actual.

¿Y Ud. y yo que hacemos? Ser cautelosos.  Si las vacaciones ya están programadas, gaste lo necesario para que la tarjeta de crédito pueda ser pagada a la vuelta.  No se endeude. Cuide su trabajo y sus clientes.  Cuidado con las estafas, existirá gente desesperada financieramente que son capaces de estafar a su madre por no perder su nivel de vida.  Asesórese con un contador ante nuevos proyectos o situaciones críticas.  Es mejor pagar un precio razonable por una hora de consulta, que perderlo todo por no haber pensado concienzudamente con una visión de largo plazo.  Recuerde que Ud. tiene una familia que debe proteger, y siendo más altruista, Ud. tiene trabajadores con sus familias que dependen de sus decisiones.  Seamos sensatos y un poco pesimistas.


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