TODOS NOS NECESITAMOS

Cuando un emperador romano era nombrado y recorría con su carro falcado (tirado por caballos) las calles de Roma, con la gente gritando su nombre;  detrás iba un esclavo que le decía al oído todo el trayecto “recuerda, no eres dios”.

Hemos llegado a pensar con generalidad que la ignorancia, delincuencia y el narcotráfico es el principal enemigo de la sociedad.  Pero todos estos años de supuesto exitismo, en un modelo comunicacional en que tu voz puede hacer eco a nivel mundial creando pequeños dioses comunicacionales e ideológicos, percibo que nuestro principal adversario es la soberbia.

La soberbia no es monopolio de solo quienes tienen riqueza, o poder político, sino también de dirigentes gremiales, sindicales y sociales, apoderados, alumnos, docentes, columnistas, profesionales, etc.  Afortunadamente existen excepciones, pero es una pandemia que nos acompaña por siglos.

El yo tengo la razón y mi causa es justa, transforma un modelo, una ideología, o una forma de vida, en algo intransable, porque los amarro a mis principios, y desde ese momento comienza la ceguera social, ya que todos los que piensan diferente están equivocados.

¿Quién tiene la verdad? Para los cristianos, solo Dios. Pero como debemos desenvolverlos en este mundo, debemos buscar la forma que, respetando nuestros principios, comencemos a tener una visión curiosa y generosa de 360 grados, observando y conociendo el entorno, escuchando incluso a quienes no son de mi agrado.  Dejar de autoconvencerse y emocionarse con el propio discurso, porque esa emoción que siente, no es retroalimentación por la multitud que te escucha, sino el eco de tu propio ego.

Uno de los frenos siempre estará en las aulas de institutos y universidades.  En el área de contabilidad, no es solo enseñar el debe y haber, registrar transacciones, calcular remuneraciones o impuestos; sino que además ser entes motivadores de los alumnos, que desarrollemos su autoestima y “autonomía de vuelo”; que sientan satisfacción con el desempeño de su trabajo al verlo reflejado en la comunidad. Que comprenda su importante rol social.

El trabajador o profesional generan satisfacción social. Por ejemplo, las personas que nos atienden bien en los consultorios, los trabajadores que retiran los residuos domiciliarios, el personal de aseo que tiene siempre listo el lugar de trabajo, el administrativo amable que resuelve u orienta, el médico que además de diagnosticar, escucha y aconseja, el abogado que muestra una luz sincera, cuando todo se ve perdido. 

No necesitamos soberbia ni ideologías. Necesitamos futuras generaciones, que sean comprometidas, empáticas y compasivas en su labor; con una sabia visión del querer aprender siempre, adaptándose a nuevas dificultades.  Necesitamos una sociedad donde la soberbia y el egoísmo no tengan cabida, donde su trabajo siempre beneficie a alguien. Trabajemos para ello como familia, docente, empleadores y compañeros de trabajo. La vida es corta y la satisfacción es grande.


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