SEGUIMOS CON LA ÉTICA

Ayer se tuvo el honor de exponer en el Primer Foro Nacional: “Tuición de la ética, desafíos y alcances”, organizado por el Consejo Regional Valparaíso del Colegio de Contadores de Chile A. G. dirigido por su Presidenta doña Verónica Silva Rojas; y donde estuvo presente doña Anita Román Morra, Presidenta de la Federación de Colegios Profesionales Universitarios de Chile.

Al comprometerme con la exposición enfocada en la historia, dificultades y desafíos, es interesante  compartir con la comunidad, que uno de los grandes patrimonios perdidos en el quiebre de la democracia, es la tutela (control) de los Colegios Profesionales en el ejercicio de la profesión. 

Hoy solo contamos con asociaciones gremiales, que algunos profesionales lo han catalogado descarnadamente como un “club”.

Anterior al año 1973, los profesionales tenían la obligación de ingresar a un Colegio Profesional, que eran corporaciones de derecho público, para ejercer la profesión.  De esta manera, además de estar incorporados a una entidad que lo protege, orienta y propone capacitaciones, estaba sometido a una supervigilancia para "poner atajo al ejercicio de personas incompetentes, indignas o negligentes", es decir, adoptando medidas disciplinarias que, dependiendo de la gravedad, podían terminar con la prohibición del ejercicio de la profesión.  Al día de hoy solo es aplicable a los miembros del gremio, y aun cuando sean sancionados, pueden seguir ejerciendo libremente la profesión.

Si bien es cierto que los colegios profesionales comienzan su vida republicana el año 1925 con la constitución del primer colegio profesional de abogados; en el gobierno de la Unidad Popular,  partió la relación con una tibia luna de miel, y terminando con la siguiente descripción: “Allende no tuvo sino palabras de desprecio hacia los profesionales y sus “colegios de clase” para defender también las ventajas de una sociedad capitalista de unos pocos”; y en dictadura se rescata el siguiente comportamiento  Gracias a ello, los colegios profesionales pudieron posicionarse durante los primeros años del régimen como organismos asesores en políticas sectoriales”; pero el brusco viraje neoliberal y la “defensa irrestricta del mercado y de sus “libertades” convencería a la Junta de acabar con el andamiaje legal que sustentaba las facultades y prerrogativas de los profesionales y sus organizaciones”. Sepultaron el rol fundamental de los Colegios Profesionales. 

Con este breve análisis y considerando el escenario actual, donde se ha perdido la confianza en las instituciones, y por otro lado, existen fraudes y practicas antiéticas, en donde el gran perjudicado es la comunidad y la nación, es necesario revivir la Ley de tutela de los colegios profesionales, convenciendo a los gobiernos de turno que no somos adversarios, sino que aportamos orden y control.  Y por otro lado debemos asumir el desafío de reencantar a los profesionales con la importancia de la unión, sin miedo al control.


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